El petróleo por las nubes, la inflación en todos los mercados y la crisis norteamericana son el escenario que marca el 2008 para las automotrices. Un año que, de por sí ya venía mal, se está agravando por cuestiones internas y externas a la industria. Pero en momentos de crisis lo grandes tienen que salir a plantar bandera, aún cuando no haya mucha esperanza.
Esto es lo que está tratando de hacer General Motors con el lanzamiento del nuevo Cruze. En un gesto que busca prender una luz en plena oscuridad, la mayor automotriz norteamericana anunció una inversión de u$s350 millones para comenzar a fabricar uno de los “caballitos de batalla” que tendrá la marca en 2009.
Más allá de la inversión en sí, o la esperanza que esto puede generar en los mercados (financieros, claro está), la industria automotriz parece herida de muerte. Meses atrás la revista Newsweek sacaba en tapa un informe donde muestra un descenso en el patentamiento en Japón, cuyos consumidores ya no sienten ninguna necesidad de utilizar automóviles. No tanto por la ecología o los costos (aunque seguramente también influyen) sino por la simple cuestión de la comodidad; no es cómodo tener un auto en las ciudades modernas, saturada de vehículos y personas.