Este jueves 8 de mayo Google Argentina abrió sus puertas y dio a conocer sus bunker porteño ubicado en el segundo piso de Alicia Morea de Justo al 350, en pleno Puerto Madero.
La recepción al periodismo, organizada por la gente de la consultora Mazalán, estaba ambientada como una típica fiestita infantil. Con globos, muñecos y aperitivos. Todo estaba salpicado además de números gigantes con formato de almohadones. Esto fue un gag que pretendió dar respuesta a la clásica interrogatoria periodística que “reclama números”. En verdad, ese fue el único punto en donde se habló de números, desde la humorada. La excusa era la inauguración de las oficinas locales pero también suponía el develamiento de una mística. Con los líderes locales, Gonzalo Alonso, responsable de Latinoamérica, y Alberto Arévalos, director de Comunicaciones y Asuntos Públicos, todo transcurrió en la informalidad.
No solo hubo brindis sino disponibilidad para la recorrida de las oficinas. Así pudimos ver cómo los personajes de Mafalda servían de nombres para salas de reuniones o espacios de trabajo. El color dominaba el ambiente, desde las centrales telefónicas de Avaya, hasta los monitos de peluche que colgaban de los boxes y los conductos de ventilación. Entre medio, sillones masajeadores servían como lugares de distensión para instalarse con las laptops y seguir trabajando.
Todo tiene un sello particular, incluida el área de esparcimiento con consólas Playstation y Wii, ajedrez y ping pong. No falta el “kiosco” propio con alfajores, barritas de cereal y galletitas para todos los gustos. Las contenedoras de cereales, la Nestlé Nespresso y las heladeras surtidas con yogures y bebidas de todo tipo dan cuenta de que allí no hace falta salir para distraerse ni engañar el estómago. Para los que tuvimos la oportunidad de visitar las oficinas de Globant resulta un ambiente ya conocido por su impronta de divertimento como principal connotación. Por lo que comentan quienes han visitado la sede central de Google en Mountain View , como eBlog, todo está en sintonía. Los grandes amos de Internet se dan el gusto de trabajar “a gusto”.
Por Alicia Vidal